Desde tiempos ancestrales, los seres humanos y los caballos hemos estrechado una relación más allá de íntima, desarrollamos una relación en donde uno requiere del otro. Estos animales han sido un pilar fundamental en la evolución del ser humano, acompañándonos en momentos claves de nuestra historia desde que éramos nómadas, en la agricultura, en el transporte, entre muchos otros ámbitos. 

La conexión entre humanos y caballos va más allá de lo práctico, ya que al ser animales depredados, por instinto han evolucionado y agudizado su sistema nervioso a tal punto que son de los seres vivos mas sensibles de la tierra. Los caballos son extremadamente sociales, pues de ello depende su sobrevivencia, por lo que estando en manada establecen fuertes lazos emocionales entre ellos, lo que los lleva incluso a sincronizar el ritmo cardiaco para mantenerse en sincronía y armonía entre los elementos.

Se ha demostrado que con tan sólo estar en contacto con ellos, existe una mejora en la salud física (equinoterapia), mental (estado de presencia) y emocional de las personas. Esto se debe a que como parte de la naturaleza del caballo, y siendo nosotros uno de sus predadores, ellos evalúan sus riesgos, y una vez que ellos encuentran su seguridad o coherencia, lo transmiten a partir de su campo electromagnético a su manada, proyectándolo en su comportamiento, permitiéndonos observar y rearmonizar nuestro pensamiento, salud, emociones e incluso acciones.